En el sector del almacenamiento a granel, donde los materiales están constantemente expuestos a condiciones exigentes tanto en el interior como en el exterior de los silos, la protección del acero frente a la corrosión no es solo una medida de prevención, sino una decisión estratégica. En Prado Silos, ese enfoque ha llevado a apostar decididamente por el recubrimiento anticorrosión ZM310 como estándar de protección para sus silos de acero, una evolución que refuerza la durabilidad, eficiencia y seguridad para proyectos repartidos por todo el mundo.
Durante décadas, el zinc ha sido el gran aliado del acero para resistir la corrosión. Los recubrimientos galvanizados como Z600 o Z450 ofrecen una defensa eficaz, prolongando la vida útil del material gracias a una capa protectora que asume los efectos del entorno antes de que alcancen al núcleo metálico del silo. Sin embargo, esta capa termina deteriorándose con rapidez especialmente en entornos con atmósferas agresivas (puertos, entornos industriales), y las tecnologías actuales abren la puerta a soluciones más avanzadas. Fiel a su ADN innovador, Prado Silos se puso manos a la obra para encontrar el recubrimiento anticorrosión definitivo.
Aquí es donde entra en juego el ZM310, una aleación innovadora compuesta por zinc, magnesio y aluminio que ofrece una protección entre tres y cinco veces superior frente al galvanizado de zinc convencional. Esta mejora no solo queda reflejada en pruebas técnicas: se traduce en instalaciones más duraderas, mantenimientos más espaciados y una mayor seguridad en entornos especialmente agresivos, como plantas agrícolas o industriales ubicadas en zonas expuestas, áreas costeras o climas tropicales.
Una de las grandes ventajas del recubrimiento ZM310 es su capacidad de ofrecer un rendimiento anticorrosivo superior con un espesor significativamente menor. Mientras el galvanizado Z600 necesita una capa de 42 micras para proteger adecuadamente, la solución anticorrosión ZM310 lo consigue con solo 25 micras, gracias a la densidad y estabilidad de su composición.
Esto permite una aplicación más homogénea y controlada, incluso sobre superficies complejas como las de los silos metálicos, donde predominan los pliegues, las curvas y los refuerzos estructurales. En lugar de limitarse a crear una barrera superficial, el recubrimiento ZM310 genera una capa compacta de simonkolleite, un subproducto mineral estable que actúa como escudo frente a la humedad, la salinidad y otros agentes corrosivos. Las pruebas y el uso sobre el terreno demuestran unas diferencia sustancial en comparación con los óxidos porosos del zinc tradicional.
Se trata pues de un desarrollo ecoeficiente, que con menos material ofrece un desempeño mucho mejor que los galvanizados tradicionales.
En la fabricación de un silo, las chapas de acero se cortan, perforan y moldean. En obra, el montaje implica desplazamientos, manipulaciones y eventuales impactos que pueden dañar localmente el recubrimiento. Es precisamente en estos puntos donde el riesgo de corrosión es más alto… y donde el ZM310 marca la diferencia.
Gracias a su capacidad de autorreparación, el recubrimiento puede regenerarse en las zonas afectadas por cortes o arañazos. El zinc y el magnesio contenidos en la aleación migran hacia las áreas expuestas, formando nuevamente la capa protectora de simonkolleite. En definitiva, es un comportamiento físico-químico que actúa como un seguro adicional frente al inevitable desgaste que se produce durante la vida útil del silo.
Asimismo, ZM310 destaca frente al galvanizado tradicional por su mayor dureza superficial, lo que se traduce en una resistencia significativamente superior al desgaste por abrasión. En pruebas realizadas en entornos desérticos, comparando el afecto sobre el recubriemtno de las tormentas de arena a dos chapas expuestas, la de ZM310 evidenció una dureza Vickers de 141 HV, más de dos veces los 64 HV del galvanizado convencional. Esto se traduce en una mejor desempeño para retener mejor el espesor ante erosión mecánica causada por partículas abrasivas – la misma situación del grano dentro de un silo.
El ZM310 demuestra un comportamiento más lento y uniforme frente al óxido blanco. Se trata de un subproducto de la corrosión inicial del zinc, caracterizado por depósitos pulverulentos y blanquecinos. Aunque no implica pérdida inmediata del recubrimiento, puede acelerar procesos de corrosión si la capa protectora queda comprometida. Así, mientras que el Z600 alcanza una corrosión de nivel 3 en unas 7 semanas, el ZM310 tarda hasta 14,5 semanas en llegar al mismo nivel, mostrando una mayor durabilidad superficial. En instalaciones agrícolas y ganaderas, donde la humedad y los agentes químicos son constantes, su aparición supone un problema estético y funcional, ya que disminuye la vida útil de los elementos metálicos.
En un primer momento, Prado Silos aplicó el ZM310 principalmente en los techos, por ser la parte más expuesta del silo y la más propensa a sufrir daños por la acción del clima. Sin embargo, dentro de la estrategia de mejora continua de producto, se ha decidido extender esta protección a toda la estructura, incluido el cilindro. De este modo, se garantiza una defensa integral contra la corrosión, elevando el estándar de calidad de todos los modelos fabricados con este recubrimiento.
Este avance cobra aún más relevancia en soluciones como el nuevo modelo de silo granja, recientemente actualizado, y al que dedicamos un artículo detallado en nuestro blog de Prado Silos. Pensado para el entorno agrícola, combina materiales de última generación y diseño optimizado con las ventajas del recubrimiento ZM310. El resultado se traduce en mayor longevidad, mayor seguridad operativa y menor coste de mantenimiento para el operador agrícola.
El ZM310 no solo mejora el rendimiento del acero, sino que facilita el diseño de estructuras más ligeras y eficientes. Al permitir un uso más racional del material sin comprometer la resistencia, es posible desarrollar soluciones con menor peso, facilitando la logística y un montaje más ágil.
Esta ventaja tiene un impacto directo en la sostenibilidad del producto: menos material, menos emisiones asociadas al transporte y mayor vida útil. La innovación en materiales no es un simple añadido técnico, sino que Prado Silos concibe esta faceta como un pilar clave para la evolución del sector.
Las pruebas realizadas, como el CCT y SST, demuestran que el recubrimiento ZM 310 supera significativamente a los productos GI y Batch Zn en resistencia a la corrosión, sin presentar óxido rojo tras 120 ciclos de CCT o 1.300 horas de SST. Este producto puede ser procesado y ensamblado utilizando los mismos métodos que el acero galvanizado convencional.
Como hemos informado en nuestro último artículo, Prado Silos ha completado recientemente el traslado de todas sus actividades a una misma planta de última generación ubicada en Mungia (Bizkaia). La centralización de todas las actividades en una única sede exclusivamente dedicada al desarrollo y fabricación de silos de acero refuerza la identidad de la empresa como fabricante local con una clara proyección internacional. Esta estructura de producción, junto con un stock permanente de acero con recubrimiento ZM310, permite planificar mejor, responder más rápido y garantizar plazos más exigentes incluso en escenarios de alta demanda.
Más allá de sus ventajas técnicas, la incorporación del ZM310 refleja una apuesta decidida por la innovación útil, aquella que genera beneficios reales para el cliente final. Mayor durabilidad, menores costes asociados al mantenimiento, mayor seguridad operativa y mejor aprovechamiento del material: estas son solo algunas de las razones por las que cada vez más industrias están desarrollando solución anticorrosión específicas para sus productos.
No se trata únicamente de una mejora de cada silo que sale de las líneas de Prado Silos, sino de una nueva forma de entender la protección de las infraestructuras frente al paso del tiempo. Con el ZM310, la corrosión deja de ser una amenaza constante y pasa a ser una variable controlada. Y con el tiempo, seguirán apareciendo nuevas tecnologías para explorar.